Coco Sily

Coco Sily es uno de los grandes referentes del humor argentino contemporáneo. Nacido como Fernando Sily el 17 de enero de 1964 en Villa Domínico, provincia de Buenos Aires, su carrera abarca más de cuatro décadas de trabajo en teatro, televisión, radio y cine, siempre con una impronta popular, ácida y profundamente conectada con la realidad social.

Se formó como actor y comediante en Argentina y España, y su versatilidad lo llevó a destacarse tanto en el humor como en la actuación dramática. Comenzó su camino en el circuito teatral independiente y poco a poco fue ganando reconocimiento por su presencia escénica potente, su timing cómico y su capacidad para narrar lo cotidiano con una mirada mordaz.

En televisión participó en ciclos exitosos como “099 Central”, “Los Roldán” y “Tumberos”, además de integrar el elenco de programas de humor y ficción donde compartió pantalla con grandes figuras del espectáculo nacional. En radio también construyó una carrera sólida, siendo conductor de ciclos como “Código Sily”, donde mezcla opinión, actualidad y humor con un estilo frontal y entrañable.

Su obra más emblemática, “La Cátedra del Macho”, nació como un unipersonal y se transformó en un fenómeno de culto. En ella, Coco reflexiona con humor sobre la masculinidad, la modernidad, las relaciones humanas, el sexo, las redes sociales y las nuevas costumbres, apelando a la risa para cuestionar, provocar y generar identificación. Esa cátedra, que comenzó siendo un show teatral, se convirtió también en un espacio de pensamiento humorístico que supo evolucionar sin perder su esencia popular.

En cada presentación, Coco Sily demuestra que su humor no es solo para hacer reír: es para pensar, para incomodar, para hablar de lo que nadie dice pero todos viven. Su estilo directo, sin rodeos, y su autenticidad arriba del escenario lo han convertido en un referente absoluto del humor argentino con sello propio.

Hoy, continúa girando por todo el país con “La Súper Cátedra del Macho”, renovado y más filoso que nunca, acompañado por una legión de seguidores que celebran su capacidad de hacer del escenario un espejo divertido —y a veces incómodo— de la sociedad en la que vivimos.